A medida que fueron pasando los años, nos fuimos acercando cada vez más a la vuelta de la primera década de los años 2000. La primera respuesta inmediata fue el pánico y rechazo por un estilo que nos recordaba a lo anti-estético, el exceso y la vulgaridad.
La cuestión está en salirnos de la zona de confort. ¿Por qué algo nos parece feo? ¿Por qué rechazar un estampado, un estilo o una tipología con tanta euforia?
Los 2000s llegan de vuelta a invitarnos a romper estereotipos y a liberarnos de prejuicios que teníamos hasta para con nosotr@s mism@s.
Los 2000s representan la necesidad de desafiar los estándares de belleza actuales.
Ya tod@s sabemos que las nuevas generaciones de emprendedores y creativos de la industria intentan fomentar la inclusión de la diversidad. Pero, también sabemos que todavía much@s se resisten a dejar atrás estos viejos esquemas y categorizaciones que lo único que generan es injusticia, discriminación e insatisfacción intra e interpersonal.
Por ende, el retorno la estética de los 2000s no es casual en el 2020, un año de plena crisis, al igual que lo fue hace 20 años.
No debemos pasar por alto y olvidar que ambos contextos presentan ciertas similitudes, mediante las cuales se comenzaron a buscar alternativas para cambiar esquemas, romper reglas y re-construirse en panoramas post-apocalípticos.
La estética que reviviremos invita a la provocación, la salida de la zona de confort, el juego, la prueba-error, y la comprensión del vestir como un instrumento más para comunicar un mensaje, el cuál puede variar, así como nuestro estilo.
La versatilidad será parte no solo de la inclusión de la diversidad humana, sino mas bien de la variabilidad interna que se encierra dentro de cada ser. Abrazamos la idea de que no es necesario ser constantes y definirnos para siempre, que las elecciones que tomamos no son ‘para toda la vida’, que el futuro es impredecible e inabarcable.
El presente se convierte en nuestra inspiración y donde ponemos nuestra atención. Por fin, comprendemos que para construir un futuro mejor, la atención tiene que estar en el hoy, y no en el mañana.
Los 2000s nos enseñaron que la vestimenta es una herramienta más para representar y apoyar a grupos específicos, uniendo así estéticas y nichos que jamás se hubiesen unido si no fuese gracias a la moda. Esta estética nos enseñó que la vulgaridad es parte del juego, que la fealdad es en parte belleza, y que los límites siempre pueden flexibilizarse.
Así, se deviene en el retorno del estilo trash y la influencia del Black Power en la bajada de línea estética, tanto en moda como en música. Ya no hay estilos musicales o de moda para cierta clase social, para cierto grupo intelectual.
Las diferencias entre los grupos se disuelven y fusionan estilos gracias a la influencia de los 2000s.
Tod@s merecemos ser tratad@s iguales, sin prejuicios; y esta estética llegó para provocar a quienes todavía no lo entendieron.
