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Hay otros modos de consumo, siempre.

Si estos días me enseñaron algo fue la importancia de modificar hábitos y modos de consumo y lo interesante que es compartirlos con otrxs. En esa búsqueda encontré hace ya varios años el amor por el vintage y la ropa usada. Por eso es que celebro que hoy sea una tendencia cada día más popular, ya que es beneficiosa en muchos aspectos.

Por un lado, para el medio ambiente. La industria de la moda es una de las más contaminantes, al comprar y vender ropa usada, estamos minimizando mucho el impacto que ésta genera. Por el otro, los precios son más bajos en comparación con productos nuevos. Otro de los beneficios y uno de mis favoritos es la calidad: las telas, diseños y confecciones de hace 30 años eran otros, y si bien actualmente el diseño y la ingeniería textil han avanzando muchísimo para mejorar la experiencia de los usuarios, no hay como una camisa o pantalón bien cosido y de larga duración.

Al alcance de la mano

Para lxs que aún no se animan a entrar en este maravilloso mundo por algunos prejuicios que siempre existieron como el posible mal estado de las prendas, ya está la solución: hoy en día hay muchxs que se dedican a seleccionar prendas y hacer lo que a veces nadie quiere: revisar montañas de ropa en ferias o vestidores, reacondicionar lo que sea necesario, sacar fotos y finalmente venderlas.

Para los que no están seguros del vintage, está la venta de productos second hand: usado pero de ropa actual, algo muy relacionado con los tiempos de fast fashion: prendas sin estrenar con etiqueta, o de temporadas actuales con dos o tres usos pero que su dueñx no quiso tener más y se van a otras vidas. Consencuencias de la velocidad con la que somxs llevadxs a comprar.

Vintage y segunda mano

En cualquiera de los dos casos, lo bueno es que cada curador tiene un estilo propio y aún sin producir ni diseñar las prendas que vende, todo funciona como una marca más, ya que la selección nace desde una misma búsqueda y concepto.

En la tienda online de Roomie está Chana Estudio que nació hace unos meses nomás, pero su selección de prendas y su branding hablan el mismo idioma y es uno muy claro. No sólo hay prendas vintage (cuando son prendas de hace más de 20 años) sino también hay venta de prendas usadas o casi sin uso de producción contemporánea. Su paleta en colores neutros y su coherencia en la selección hacen que se comporte como cualquier otra marca, con su propio universo, estilo y público.

Nuevas formas de co-lab

Otro buen ejemplo es el de Soifer Buenos Aires, que se une a Sabrina @sabrinainspiracion, una empresa familiar que cuenta con 60 años de presencia en todo el país, para ofrecer su nueva colección 100pre, donde la joven marca radicada en Villa Crespo proclama que “no hay nada más sustentable que lo que ya está hecho”. La propuesta de Mía, la directora de Soifer, consiste en curar prendas que estaban en el depósito de Sabrina hace 20, 30 y casi 40 años e incorporarlas a su marca con su touch.

No es necesario que los ciclos de nuestra ropa sean tan largos. Lo que a unx ya no lo representa puede sentarle muy bien a otrx. Lo importante es dar(se) la oportunidad.

Posted by Miranda Marquez. Diseñadora de indumentaria FADU.

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