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EL CUERPO: TEMPLO DE LO DECORATIVO, PASAJERO Y EFÍMERO

Luego de habernos topado con la necesidad de volver al pasado, comprendemos que hay otr@s que valoran procesos diferentes.

Estos últimos refieren y se encuentran más cerca de la experimentación a futuro, sin importar el control ni la certeza de a dónde nos llevarán nuestras acciones.

Para sentirnos viv@s buscamos experiencias que nos hagan sentir al límite, y eso se traduce también en nuestras elecciones estilísticas.

En la tendencia de esta semana, seleccioné una de las formas más claras y tangibles de comprender esta necesidad de riesgo y prueba-error, esta necesidad de sentir y hacer notar nuestro proceso de transformación desde el exterior hacia el interior.

Tanto para la revolución como para el disfrute; la pertenencia, las amistades y la comunicación se re-definen. La identidad propia es la que nos une y, a su vez, nos hace únic@s dentro de cada grupo.

El miedo y la incertidumbre impulsan, ya no paralizan.

De este modo, el cambio y la experimentación son valores que entendemos como cercanos a la libertad. Cuanto más podemos probar, más libres somos.

La experimentación se nutre de la necesidad de sentirnos viv@s y viceversa. Nos sentimos perdid@s, sin rumbo, y con todo por delante por conocer, vivir y probar.

Nuestro motor es esa variable que sabemos que es posible corroborar. Buscamos constantemente la ruptura de reglas y esquemas que no creemos que sea óptimo y evolucionado que sigan vigentes.

Esa necesidad de transformación y encuentro objetivo y constante con el conocimiento permite, eventualmente, una construcción de características adolescentes.

El conformismo humano capitalista nos condujo a una estabilidad aparente, en la que el limbo que se ha construido simula cierta satisfacción que nos es impuesta en vez de deseada genuinamente.

En consecuencia a este mecanismo de control, los sistemas que nos daban estabilidad comienzan a colapsar, y la adaptabilidad se pone en juego. Quien más se conoce a sí mismo, más opciones tiene de adentrarse a una nueva aventura socio-cultural.

Gracias a este cambio en nuestra forma de pensar y percibir el mundo que nos rodea, se produce una transformación en todo un grupo selecto de la sociedad. Un grupo que cumple con estas características ‘adolescentes’. Un grupo que desea que la experimentación sea parte del auto-descubrimiento intencional, y no un simple paso errado.

En oposición a la durabilidad, valoramos lo efímero y experimental. Valoramos lo transitorio y nos amigamos con el cambio constante.

Así es como hacen su retorno grandes tendencias estéticas que habían sido segregadas y reservadas para ‘nichos’ y ‘freaks’. La experimentación con el cuerpo mismo se convierte en tendencia, dando lugar a que todo el que lo desee pueda jugar con su estética corporal, sabiendo que todo es pasajero y efímero.

El cuerpo se convierte en templo, un templo al que se lo debe cuidar, venerar pero también decorar.

Posted by María Blardone. Comunicadora de moda y asesora de imagen.

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